miércoles, 16 de marzo de 2011

Una pequeña historia de amor.

Sé que no puedo volar, pero hay alguien que me hace sentir que lo puedo hacer, y esa persona eres tú.


En realidad no se como es que empecé a enamorarme de ti de tal forma, como es que de nuevo empezó a surgir ese sentimiento en mi, y no tengo la más remota idea de como lo haces, pero cada vez que te veo siento que me derrito por dentro, lo amo todo de ti ¿sabes?, completamente, tus ojos, tus brazos, tus manos, tu cara, tu pelo, tu risa, tu forma de caminar, tus piernas, tu forma de vestir, tu forma de hablar, cuando te pones rojo de pena, todo lo amo, cada simple detalle en ti te hace perfecto a mis ojos, te hace ser ese ser humano al que esperaba conocer, con el que tanto había soñado durante todos los años de mi vida, el que me hace querer ser una mejor persona en todo aspecto, solo para que sea digno de ti.


¿Como es que nos hablamos la primera vez?, la verdad ese recuerdo es algo borroso para mi, solo recuerdo que nos sonreímos, y empezamos a platicar de inmediato, coincidíamos en tantas cosas, y no podía dejar de admirarte, por Dios santo, había esperado tanto ese momento, que no sabia ni que hacer, solo un pensamiento vino a mi cabeza. -No lo arruines pendejo y actúa natural.


Te gustaba muchas cosas que a mi me agradaban, pero diferíamos en algunas opiniones, lo que nos llevaba a argumentar nuestros puntos de vista sin discutir, la verdad eran unos días hermosos, crecíamos juntos como personas, como seres humanos y como amantes, cada vez más.


Un día, de la nada, y sin ningún motivo aparente, además del amor, me besaste, el beso más hermoso que jamas hallan probado mis labios, y cuando tus labios se separaron de los mios, y poco a poco abrí los ojos y separe mi mano de tu mejilla, alcance a ver el color rojo de tus expresiones, aunque tratabas de ocultar tu pena, a mi me pareció de lo mas tierna y hermosa, la felicidad era más grande que yo en ese preciso momento y una sonrisa no lograba expresar lo que yo sentía por completo, tome tu cara entre mis manos, y poco a poco fui acercando mis labios a los tuyos de nuevo, hasta que empezaron a rozar, y sentí como mi elixir de la vida comenzaba a extenderse por mis labios, por mis dientes, por mi lengua, me había vuelto adicto a esos besos, a tener conmigo siempre a esos inigualables labios carnosos de color carmesí, que eran la única fuente de mi eterna juventud, cuando aquel beso termino, escuche que me dijeras


-aveces me gustaría huir de ti, pero si no vienes corriendo detrás de mi, me muero.


En ese momento escuche un grito.


-¡Ya es el segundo timbre, corre!


Un grito que me regreso a la realidad, una realidad en la que yo te observaba de lejos, una realidad en la que tu me seguías derritiendo por dentro, una realidad en la que no sabia nisiquiera tu nombre.


De camino al salón nos cruzamos de frente, nos vimos a la cara, y nos dirigimos una sonrisa, y te pusiste rojo, tal vez, solo tal vez, acababa de comenzar la verdadera historia de amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario