miércoles, 16 de marzo de 2011

Lo supe desde el principio.

La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor.


Sabes, desde que era pequeño sabia que nunca iba a llegar a los 50, desde que soy un niño hay una voz en mi cabeza que me decía, "vive a lo máximo hoy, que no vas a tener muchos mañanas", y no es malo, para mi, es un regalo de hecho, y gracias a eso aprecio mi vida de una forma que las demás personas no lo hacen, es solo que no esperaba que pasara tan rápido.


La verdad es que ¡si! soy un zorro, ¡si! e probado el amor mas veces de las que cualquiera tendría la mas mínima idea, no me importa gastar el dinero que gano, sin ahorrar ni un solo centavo, ¿Que si no me importa el futuro?, la voz que me hablaba en mi cabeza tenia una muy buena explicación para ello, muchas veces brinde por el futuro, aunque sabia que no seria muy largo, pero no había momento en el que no llegara a disfrutar al máximo mi presente.


Todos los problemas que cause, los hice por una muy buena razón, tal vez nadie me entendió, pero les aseguro que lo hice por algo, y no se tienen que enterar del porque, porque los amo tanto que puedo dejar que me odien, con tal de que sean felices.

Viví mi vida como nadie la a vivido, y la disfrute al máximo de eso no cabe la menor duda.


Y así fue, hoy, unos segundos después de ese accidente, se termino mi ultimo hoy, sin un mañana pintado en el horizonte.

Poco a poco me fui desprendiendo de todo, de las tazas de café, los cigarrillos, las copas de vino, de las tardes con los amigos, las noches con mujeres bellas, los coches, cosas coloquiales, que juntas, forman una vida, pero, me despido con felicidad, la muerte llega como una fiel amiga cuando ya viviste, yo ya viví, y ¡Dios como viví!


Por pluma de Jorge Albertos Monforte.

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